viernes, 27 de enero de 2012

jueves, 26 de enero de 2012

Discurso de John Doe

Voy a hablar de nosotros, la gente normal,
los Don Nadie.
Si les preguntaran como es el Don Nadie corriente
no podrían decirlo porque es un millón de cosas.
Es el señor grande y el señor pequeño.
Es ignorante y es sabio.
Es esencialmente honrado,
pero tiene una pizca de ladrón dentro de si.
Rara vez entra en una cabina telefónica
sin mirar en la ranura
por si alguien se ha dejado 10 centavos.
Es el hombre para quien redactan los anuncios,
aquel a quien todo el mundo vende cosas.
Es el que siempre acaba pagando el pato
y es la mayor fuerza del mundo.
Si señor, si señor,
somos una gran familia los Don Nadie.
Somos los mansos que teníamos que heredar la tierra.
Estamos en todas partes.
Cosechamos, excavamos las minas,
trabajamos en las fábricas,
llevamos los libros,
hacemos volar los aviones,
conducimos los autobuses
y cuando un poli grita: "usted, atrás"
se refiere a nosotros, los Don Nadie.



















Hemos existido desde siempre.
Hemos construido las pirámides,
hemos visto a Cristo crucificado,
hemos extraido metales para los emperadores romanos,
hemos navegado en las carabelas de Colón,
hemos salido de Moscú con Napoleón
y nos hemos congelado con Washington en Ballisford.
Si señor, hemos estado allí
aportando nuestro grano de arena
desde los inicios de la Historia del mundo.
Y en nuestra lucha por la Libertad
hemos golpeado la lona muchas veces
pero siempre hemos vuelto a la lucha
porque somos el Pueblo y somos fuertes.
Han empezado a hablar de la gente libre que se reblandece,
que ya no puede más.
¡Todo eso es mentira!
La gente libre podemos cambiar el mundo,
desde la guerra hasta el juego más insignificante
si nos lo proponemos.




















Sé que muchos de ustedes se preguntan:
"¿Qué puedo hacer?
Sólo soy un pobre hombre, yo no cuento."
Pues se equivocan:
los pobres hombres siempre han contado
porque, a la larga, el caracter de un país
es la suma total del caracter de sus pobres hombres.
Pero tenemos que actuar todos juntos y lanzarnos.
No podemos ganar el juego si no hacemos un trabajo de equipo
y ahí es donde aparece cada Don Nadie.
Depende de él unirse a su compañero de equipo
y su compañero de equipo, amigos míos,
es la persona que tiene al lado.
Su vecino es una persona terriblemente importante.
Le necesitan y él les necesita a ustedes.
Así que cuídenle si está enfermo,
hablen con él si está preocupado,
denle de comer si está hambriento
y si no tiene trabajo, búsquenle uno.
Para la mayoría de ustedes
su vecino es un extraño,
un tipo con un perro que ladra y un seto que le aisla;
pero ahora ya no puede ser extraño nadie
que forme parte de su equipo.

Así que derriben esos setos que les separan.
Derríbenlos y derribarán todos esos odios y prejuicios.
Derriben las empalizadas
y habrán realizado un trabajo de equipo.





















Sé que muchos de ustedes se estarán diciendo:
"Este hombre está pidiendo un milagro,
espera que la gente cambie repentinamente.
Pues se equivocan. No es un milagro.
Y no es un milagro porque he visto
que ocurre una vez al año todos los años
al llegar la Navidad.
Hay algo maravilloso en el espíritu de la Navidad.
¡Hay que ver lo que hace en la gente!
¡En todo tipo de gente!
Y yo me pregunto:
"¿Por qué no puede ese espíritu,
ese acogedor espíritu navideño,
durar todo el año?"
¡Cielos! ¡Si eso ocurriera!
Si todos los Don Nadie hiciéramos
que ese espíritu durara 365 días al año,
desarrollaríamos tal fuerza,
crearíamos tal ola de buena voluntad,
que ninguna fuerza podría oponerse a nosotros.
¡Si amigos míos!
Los mansos heredarán la tierra
cuando los Don Nadie comiencen a amar a sus vecinos.
Y será mejor que empiecen ahora.
No esperen a que el juego se suspenda por falta de humor.
¡Despierta, Don Nadie, eres la Esperanza del mundo!

Película Meet John Doe.
Guión de Robert Riskin.


Baby in India by Steve McCurry



¡Derribemos esos setos que nos separan.
Derribémoslos y derribararemos todos esos odios y prejuicios.
Derribemos las empalizadas
y habremos realizado un trabajo de equipo!

¡Despierta, Don Nadie, somos la esperanza del mundo!



domingo, 22 de enero de 2012

Palabras

Una tarde, hace tiempo, fui con unos amigos a tomar unas cervezas. El bar casi lleno, así que nos pusimos apretados en un lado de la barra al lado de un hombre de unos cuarenta que estaba solo. Al cabo de un rato nos dimos cuenta de que ido al final de ella para dejarnos más espacio. Le miré varias veces para darle las gracias pero bebía su cerveza en silencio mirando al suelo así que no pude cruzar nuestras miradas. Cuando se marchó, guiada por un impulso, salí tras de él y en la puerta del bar le grité Hasta luego y gracias por habernos dejado el sitio.
Se giró y me miró sorprendido así que le sonreí repitiéndole el agradecimiento. Se acercó con los ojos rayados en lágrimas y me preguntó si podía darme un beso. Gracias, dijo, gente como tú, se tocó el pecho con la palma de la mano, gracias y se marchó emocionado...

Nos cedió el sitio en la barra del bar y fue él el que me dió las gracias...
Como dice Juan Cruz, nos morimos por una palabra.

Estas Navidades he pensado en él y en toda la gente que estaba sola. Gente que no tenía nadie con quien pasar las fiestas, ni siquiera un cuñado odioso con quien discutir tras un par de copas de vino en Nochebuena; gente que no ha recibido un mensaje de año nuevo;  gente que no ha  tenido que cambiar un regalo de compromiso horrendo porque nadie les ha regalado nada.

Ha pasado la Navidad y como siempre todos se han sumergido de nuevo en la vorágine de su día a día permitiendo que se ahogasen los buenos propósitos en ella. Me pregunto, como Juan Nadie en la película de Frank Kapra Meet John Doe,  por qué ese espíritu navideño no puede durar siempre. Y al igual que él, mantengo la esperanza de que un mundo mejor es posible si hacemos un esfuerzo por crearlo. Por lo menos esta noche mientras escribo esto quiero pensar que es así.

Si tú, que me estás leyendo, eres de los que mueren por una palabra decirte hoy que, en cierto modo, no estás solo. Hay muchos  Don Nadies como tú y yo con la boca llena de ellas.