jueves, 22 de mayo de 2014

Poetas a Molina II: Homenaje a Vicente García Hernández


Tuve la suerte de asistir el día 20 de mayo al II Festival poético Poetas a Molina©, organizado por Vegamediapress.com y la revista literaria Acantilados de papel, con la colaboración de la Concejalía de Cultura de Molina de Segura y la Editorial ADIH, y que se celebró en la Biblioteca Salvador García Aguilar, de Molina de Segura. Fue dirigido por Francisco Javier Illán Vivas y en él se homenajeaba a un autor murciano, Vicente García Hernández, sacerdote católico, poeta, escritor y, como descubrí aquella tarde, excelente persona.


Mi intervención.

Reconozco que no conocía su obra y fue una sorpresa descubrir su ingente producción poética y la calidad de la misma. Como muestra, un botón: en 1963 obtuvo el premio «Polo de Medina» de poesía, que otorgaba la Diputación de Murcia, con su obra Dios se llama forastero; con su libro Los pájaros, ganó un «accésit» al Premio «Adonais» 1965. Con Los vidrios rotos ganó, en 1975, el Premio de novela corta, de la Diputación de Murcia, en 1978, el de teatro «Andrés Baquero» por su obra Las arañas y el Premio “Andrés Salom” de poesía 2011 con su poema Materia elemental.


Francisco Javier Illán Vivas

Participamos Francisco Javier Illán Vivas, Noa Briones, Adolfo Navascués, José María López, Mariángeles Ibernón, José Manuel Salinas, Irelfaustina Bermejo, Cristián Mínguez, Antonio Palazón, Jesús Pablo Guillamón, Raquel Mengual, Jesús Pons, el cantautor Domingo Pérez y yo. 



Fue bonito escuchar voces tan distintas recitar sus poemas, contar anécdotas de su vida, agradecer las huellas que había dejado en las suyas y, sobre todo, ver la cara de emoción del poeta, las lágrimas que a veces humedecían sus ojos y la emoción al leer sus poemas frente a los que le honraban en vida y a los que se lo agradeció en una crónica en su web.

Me conmovió especialmente un poema de su libro Los pájaros, pero no he podido encontrarlo por ningún lado así que os dejo la segunda parte del poema II del libro Dios se llama forastero, una pequeña maravilla que es un fugaz atisbo de la poesía que crean sus manos.


















Pero no me digáis que ya he nacido
que esta carne que visto tiene muerte 
prendida a la solapa, que me llamo 
ceniza,que de muerte estoy sitiado.

Hay que vivir, labrar un seno, verlo
rociar de leche tibia las menudas
bocas que se detienen frente al hambre,
sentir los dientes frescos por el chorro
que cuelga de su cepa, de su nube,
como una piedrecita que los toca.

Madure el corazón como una rama,
salga su flor al aire y dé su fruto,
dé su cima, su turno a la crecida.


Vicente García Hernández

Crónica fotográfica en Acantilados de Papel aquí