Quisiera
tener varias sonrisas de recambio para ti, hijo—susurró
Geppetto, mientras acariciaba con ternura las lágrimas que
resbalaban por la cara del niño, —pero
se me acaba el tiempo.
Pinocho
asintió con tristeza y apretó con fuerza la mano callosa, hasta que
tornó rígida como la madera y fría como la roca.
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Microrrelato finalista en MarzoRelatos 2013
Gema Bocardo©
Fotografía Lee Jeffries